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miércoles, 25 de enero de 2012

El amor y el zen.....


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Solo a través del otro puedes tomar conciencia de tu ser interior; solo en una relación profunda puede el amor del otro retumbar en ti cual campana del campanario del corazon guiado hacia ti. Solo puedes descubrirte a ti mismo a través del otro. Hay dos caminos al descubrimiento. Uno es la meditación, buscar la lo profundo sin el otro; el segundo es el amor.

El otro se transforma en una raíz para llegar a ti mismo. Así se crea un círculo y ambos amantes se ayudan mutuamente. Cuanto más profundo se guie el amor, más hondo sentirás que eres; algún día tu ser se revelará. Pero en ese caso no hay celos.

El amor no debe de ser celoso, eso es imposible. Siempre ten cofianza y si ocurre algo que quiebre esa confianza, debes aceptarlo; nada puede hacerse al respecto, porque si hicieras algo destruirías al otro. La confianza no se puede imponer forzadamente.

Los celos lo intentan, te obligan a hacer todo el esfuerzo posible para mantener la confianza. Pero la confianza no es algo que deba ser mantenido; está o no está. Y vuelvo a decirlo: no se puede hacer nada al respecto. Si está ahí, atraviesa la situación; si no lo está, mejor separarse. Seguid vuestro camino, pero sin destruirse uno a otro. ( OSHO )


Ama como nunca has amado en el momento presente, sin juicios, ni ningun tipo de preguntas o porques solo vive intensamente el momento, siente el momento presente es uno de los regalos que te ofrece el existir.....

mi adorado john lennon

domingo, 8 de enero de 2012

El arte del arco y el zen....



Una de las características determinantes de la práctica de la arquería, y en realidad de todas las artes según son encaradas en el Japón, y probablemente también en otros países del Lejano Oriente, es que no tiene un fin meramente utilitario ni se limita al puro goce estético, sino que está destinada a adiestrar la inteligencia y a ponerla en contacto con la realidad esencial. De ahí que el objeto de la práctica de la arquería no consista única y exclusivamente en “dar en el blanco”; que el esgrimista no esgrima la espada sólo para derrotar a su antagonista, y que el bailarín no baile sólo para ejecutar ciertos movimientos rítmicos del cuerpo. Antes que nada, la mente debe ser armonizada con lo Inconsciente. Si se quiere realmente ser Maestro en un arte, su conocimiento técnico no basta; es necesario trascender el aparato de la técnica, de manera que el arte se convierta en un “arte sin artificio”, surgido del Inconsciente. En el caso particular de la arquería, quien acierta el blanco y el blanco mismo, dejan de ser dos objetos antagónicos para transformarse en una sola, única realidad. El arquero pierde conciencia de sí como persona empeñada en dar en el blanco que tiene ante su vista; y este estado de “inconsciencia” se cumple cuando, absolutamente vacío y libre de sí, se vuelve uno, indivisible, con el arte de su destreza técnica, aunque haya en él algo, de un orden totalmente diferente, que no puede ser aprehendido a través de ningún estudio progresivo del arte.

CUENTO ZEN.....
Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando le dió al ojo de un lejano toro en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro. “Ahí está”, le dijo al viejo, “¡A ver si puedes igualar eso!”.

Inmutable, el maestro no desenfundó su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco.

Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo. “Ahora es tu turno”, dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme.

Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro. “Tienes mucha habilidad con el arco”, dijo el maestro, “pero tienes poca habilidad con la mente que te hace errar el tiro”.