Del mismo modo, en la exhalación
observaremos cómo nuestro cuerpo se vacía de aire, contrayendo
ligeramente el abdomen de un modo muy suave. La exhalación será
normalmente más extensa que la inhalación, pues de este modo se favorece
la relajación.
Una
vez mantenida la postura de zazen adecuada y, mientras mantenemos la
atención en la respiración, dejaremos ir todo pensamiento, todo concepto
de nosotros mismos y toda preocupación. Debemos abandonar toda idea y
todo concepto y simplemente ser uno con la práctica. Esta es sin duda la parte
más difícil, pues la mente occidental normalmente es un torbellino de
pensamiento incesante y, si tratamos de luchar contra ella y frenar el
pensamiento, no lograremos más que agitar aún más nuestra mente y la práctica no será fructífera.
La
forma de calmar nuestra mente es observar el pensamiento sin dejarnos
arrastrar, sin “ir detrás”. Dejemos que los pensamientos surjan y pasen
ante nuestra conciencia atenta, sin más. No hay que rechazarlos, ni
calificarlos, ni tratar de frenarlos, sino mantener la atención y dejar
que pasen. De este modo, con la práctica de zazen conseguiremos que el
flujo de pensamiento pase sin arrastrarnos, desplegando un nuevo estado
de conciencia sereno y despierto, más allá de nuestro ego y nuestra
historia personal. Este es el camino para desarrollar la recta atención a través de la práctica de zazen...